Crítica al Tenorio

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25 d'octubre de 1897 Diario de Barcelona.

Crítica a l'obra de teatre El audaz don Juan Tenorio estrenada al teatre Principal de Barcelona.

Diario de Barcelona - El audaz Don Juan Tenorio
Anteanoche se estrenó en el Teatro Principal un drama escrito en verso castellano por D. Antonio Careta y Vidal con el título de «El audaz D. Juan Tenorio» y basado en la leyenda española que ha sido dramatizada por varios escritores nacionales y estranjeros, después que Tirso de Molina escribió «El burlador de Sevilla».
El drama, en el que el autor invierte la representación escénica, con relación á los que se han escrito sobre el mismo asunto y especialmente el «Tenorio» de Zorrilla, haciendo pasar á los ojos del público lo que él supone que en la acción del «Tenorio» pasa fuera de escena, tiene cualidades y defectos, como tantos otros que con mas ó menos éxito han sido aceptados y aplaudidos por el público.
Como cualidades ofrece digno de loa un primer acto finamente trazado, sobrio é interesante, la escena entre D.ª Inés, D.ª Ana y, Mejía en el tercero bien tratada en cuanto á sentimientos, la escena entre Antonio Orsino y D.ª Ana en el cuarto muy justa de observación, la llegada del peregrino y la escena siguiente del mismo acto, y varias escenas incidentales, entre las que sobresale la del escultor con D. Ana.
Es además digna de elogio la versificación, fluida y sonora, con bellas imágenes en los fragmentos líricos mas señalados. Defectos los tiene y de bastante monta. Piérdese en ella el ambiente de leyenda, por lo menos tal cual se saborea en el drama de Zorrilla, y el carácter hasta cierto punto realista que por ese motivo adquiere, es con frecuencia en detrimento del carácter de los personajes. Defecto es cierta impureza en el lenguaje, una prosodia poco castiza, giros de dicción impropios del idioma en que está escrita, así como el, uso de palabras duras en escena en las situaciones violentas, como lo son las puestas en boca de Mejía en el final del tercer acto.
Borrón imperdonable es el diálogo grotesco entro Ciuti y la dueña en el cuarto acto que es una inadmisible parodia del diálogo de D. Juan y D.ª Inés en el drama de Zorrilla. Y, finalmente, la obra claudica por su desenlace ó por lo menos en el modo de presentarlo, para lo que se requiere un poder de fantasía de mucha potencia, siempre en el bien entendido de que la apoteosis con que termina la obra es mas propio de un baile de espectáculo en teatros de cuarto orden que de un drama en cuyo desenlace se condensa por decir así un pensamiento filosófico.
La obra fué desempeñada por los actores con una indecisión que la favoreció muy poco, esceptuándose el señor Santolaria, que recitó y vistió el personaje con esmero, el señor Gimenez, que en el Panel de Tenorio tuvo momentos dignos de aplauso junto á otros poco airosos, y la señora Monner, siempre en escena y siempre atenta á la caracterización del personaje.
La presentación escénica muy floja.

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